¿CÓMO ESTABLECER NORMAS Y LÍMITES A L@S HIJ@S?

SENTIDO Y NECESIDAD DE LAS NORMAS Y LOS LÍMITES DE CONDUCTA

  • En la familia es básico establecer normas que indiquen a l@s hij@s qué comportamientos esperan de ellos los padres.
  •  Además de establecer normas de conducta, hay que precisar sus límites. Los límites complementan a las normas en su función estructuradora de la conducta. Así, la norma legal que prohíbe conducir bajo los efectos del alcohol tiene un límite: no superar un índice de alcoholemia de 0,5 gr/l (o 0,3 gr/l en ciertos casos). De modo parecido, una norma familiar puede ser que l@s hij@s no pasen la noche fuera de casa, y su límite: que regresen antes de la media
    noche.

¿CÓMO ESTABLECER NORMAS Y LÍMITES A L@S HIJ@S?
Las normas y los límites familiares ayudan a estructurar la conducta de l@s hij@s, indicándoles qué comportamientos son considerados aceptables y cuáles no, por parte de sus padres.
Aun así, la educación no puede limitarse a una mera imposición de normas y límites. De hecho, la tarea educativa de los padres debería orientarse a conseguir que l@s hij@s desarrollen un sistema de valores propio y adopten conductas acordes con el mismo.
Eso se puede favorecer aplicando las pautas siguientes al establecer normas y límites a los hijos y las hijas

  1. Tener claros los motivos que justifican las normas que se imponen, y explicarlos a l@s hij@s, así como las consecuencias de incumplir las normas.
  2. Fundamentar las normas en las consecuencias que se derivan de cumplirlas o incumplirlas, para l@s hij@s o para los demás; y no tanto para los padres.
  3. Procurar pactar las normas con l@s hij@s, admitiendo modificarlas si aportan motivos razonables.
  4. Relacionar “responsabilidad” con “libertad”, al pactar las normas.
  5. Una vez fijada una norma, exigir siempre que se cumpla; y en caso de incumplimiento, aplicar siempre la sanción prevista.

SUPERVISAR LA CONDUCTA DE LOS HIJOS
Establecer normas a los hijos es muy importante. Sin embargo, no basta con imponer normas y límites sensatos. Además, hay que comprobar su cumplimiento. Pero, sólo una parte de la conducta está sometida a normas fijadas formalmente. Los padres necesitan supervisar el comportamiento general de los hijos en diferentes lugares: en casa, en la escuela, en la calle, con los amigos, en el barrio, etc.
Supervisar a l@s hij@s implica dos acciones complementarias:

  1. Intervenir sobre su entorno físico y social. 
    • Por medio de acciones directas. Por ejemplo: inscribiendo al hijo en una actividad extraescolar para evitar que dé vueltas por la calle tras la
      escuela.
    • Mediante el uso de instrucciones. Por ejemplo: “tienes que volver a casa inmediatamente después de salir de la escuela”.
  2. Hacer el seguimiento de su conducta.
    • Saber dónde están y qué hacen los hijos en un momento determinado. Por ejemplo: saber dónde prevén ir cuando salen con los amigos, saber si de veras están estudiando cuando dicen que lo hacen, etc.
    • Hacer comprobaciones de vez en cuando. ¿Están donde se supone que deberían estar?, ¿Hacen lo que se supone que deberían estar haciendo? Por ejemplo: telefoneando a casa del amigo donde han dicho que iban a estar, hablando con el tutor de la escuela para saber si trabaja lo suficiente, etc.

La supervisión hace saber l@s hij@s que sus padres se interesan por ellos y que están al tanto de dónde están y de qué hacen a lo largo del día. Los aspectos que hay que supervisar con más atención varían con la edad de l@s hij@s, pero engeneral, deben incluir el comportamiento en casa y en la escuela, el rendimiento académico, las actividades que hacen cuando salen con los amigos, la conducta de sus amig@s, etc.
La tarea de supervisar la conducta de l@s hij@s es más fácil y más eficaz
cuando los padres:

  • No ocultan a l@s hij@s que lo hacen. No hay que recordárselo cada día,
    pero tampoco conviene esconderlo.
  • Preguntan a l@s hij@s acerca de su conducta y la de sus amig@s, desde
    que son pequeños (sin esperar a hacerlo sólo en la adolescencia). Ejemplos de estas preguntas pueden ser: por qué no quieren ir a la fiesta de cumpleaños de fulanito, dónde piensan ir tal día, quien más irá, etc. Sin embargo, es importante no caer en interrogatorios.
  • Comprueban, de vez en cuando, si l@s hij@s hacen de veras lo que mdicen. Por ejemplo, si fueron realmente donde dijeron que irían y con quién dijeron.
  • Hablan con otras personas que tienen contacto con sus hij@s. Por ejemplo: los profesores y las profesoras, los padres de sus amig@s, etc. Eso puede ser de gran ayuda para conocer mejor su conducta fuera de casa.

HAY MANERAS RAZONABLES Y EFECTIVAS DE SANCIONAR A L@S HIJ@S
CUANDO NO CUMPLEN LAS NORMAS.
Requieren ciertas pautas:

  1. Mejor castigos pequeños y aplicados de forma coherente (siempre que se produce la conducta), que no sanciones severas de manera poco coherente.
  2. Sanciones proporcionales a la gravedad de la conducta. Las sanciones desproporcionadas suelen ser resultado de improvisar estando muy enfadados. Una manera de evitarlas es preverlas en el momento de establecer las normas.
  3. Relacionar la sanción con la conducta que la motiva. Eso hace más evidente a los hijos la relación entre la conducta-problema y sus consecuencias. También hace más comprensible y aceptable la sanción para los hijos.
  4. No castigarse a uno mismo o a otros miembros de la familia. Se debe evitar que las sanciones constituyan un castigo para toda la familia, o para los padres.
  5. Buscar con la sanción, efectividad, y no una revancha. Castigar una conducta implica, asociar a la misma, consecuencias no deseadas, con el objetivo de reducir su frecuencia o evitar su repetición. Para conseguirlo, no es necesario que las consecuencias sean “dolorosas”. Basta que sean “no gratificantes”.

Ejemplo:
Un chico regresa a casa el sábado por la noche más tarde de la hora permitida. ¿Qué entenderá mejor?

a) Que sus padres no lo dejen salir al día siguiente o,
b) Que lo castiguen haciéndole limpiar el piso al día siguiente.

Obviamente, tiene más sentido la primera sanción.
En cambio, si hubiera organizado una fiesta en casa, sin el conocimiento de sus padres, y el piso hubiera quedado hecho un desastre, tendría más sentido (más relación con la conducta-problema) la segunda sanción.
EL CONTROL DE LA IRA Y LAS EXPLOSIONES DE RABIA
Aún disponiendo de las habilidades comunicativas adecuadas, y aún sabiendo cómo actuar cuando los hijos y las hijas hacen caso omiso de las normas, a veces podemos estar demasiado nerviosos, demasiado cansados o demasiado irritados, para poder hacer uso de esas estrategias con suficientes garantías. En esos casos, debemos aplicar una técnica de control de los impulsos.
Método de autocontrol de la ira, etapas:

  1. Identificar las señales personales de alarma.
  2. Reconocer la irritación y procurar reducirla.
  3. Pensar en las consecuencias de perder el control.
  4.  Preguntarse si hay algún motivo añadido para sentirse tan irritado.
  5.  Intentar reducir el grado de irritación.
  6.  Evaluar la situación y decidir el siguiente paso a dar.

REFORZANDO EL CUMPLIMIENTO DE LAS NORMAS
Cuando los hijos y las hijas incumplen las normas, los padres tienen que castigar su conducta. Del mismo modo, cuando se muestran responsables y cumplen las normas, los padres deben reforzar esa conducta. Eso puede hacerse mediante el reconocimiento verbal, lo cual, además, facilita poder hacer preguntas a l@s hij@s.
Por ejemplo: “Estamos contentos de ver que no nos equivocamos al pensar que eras suficientemente responsable para salir de noche y volver a casa a la hora pactada. Ayer, inclusive volviste antes. Lo pasarías bien, no obstante, ¿verdad? Por cierto, ¿qué hicisteis?”.